Hoy vamos a hablar de algo que preocupa mucho a los veterinarios, y que ellos mismos ni saben. Vamos a hablar de los procesos de concentración sectorial. ¿Y esto por qué le interesa a los veterinarios? Porque esto es lo que hace un fondo de inversión. Vaya por delante que voy a ser bastante crítico con el sector, quien se asuste fácilmente o se indigne con facilidad, que no siga leyendo.
Cualquier fondo de inversión como su nombre indica son un conjunto de inversores de capital que invierten y aglomeran una gran cantidad de dinero y en base a esa cantidad de dinero trazan una estrategia para sacarle a su inversión el mayor beneficio posible. Dado que el riesgo es muy alto, porque la posibilidad de triunfo del proyecto y retorno de la inversión es baja comparada con comprar pisos, o meter el dinero en el banco; los inversores de los fondos quieren una rentabilidad mayor por su dinero. ¿Cómo lo consiguen?; primeramente por dos vías: logrando aglutinar una gran cantidad de dinero de mucha gente, para diversificar el riesgo entre muchos inversores, y metiéndose a la vez en varios sectores diferentes. Aquello de no meter todos los huevos en la misma cesta.
Normalmente, hay inversiones dentro del fondo, con diferentes grados de riesgo, a cada una de estas inversiones se le conoce como rama o segmento de inversión. Los tenemos desde muy conservadores (por ejemplo en renta fija) hasta muy arriesgados, por ejemplo invertir en star-ups de creciente creación. Con todo ese dinero a través de un analista o varios analistas de inversión, deciden apostar por diferentes segmentos o ramas de inversión con diferente riesgo y por tanto con diferente rentabilidad. Constituyendo lo que se conoce como una cartera de activos. Y habrá diferentes responsables, el responsable de comprar esos activos, es responsable de evaluarlos, y finalmente el director general del fondo que se asegurará de que todas las ramas de la inversión den al menos, lo que está previsto que deben de rentar. Evidentemente una parte del salario de esta persona será un bonus por lograr que la inversión revierta el mayor dinero posible a los inversores. Hasta aquí todo bien y razonable y sensato. Tenemos gente con dinero, que meten su dinero conjuntamente y se lo “dan” a alguien que sabe lo que hace, que es un profesional de la inversión para que les devuelva ese dinero de 4 a 8 años más tarde con una rentabilidad mayor delo que le daría un banco o alquileres. Sería otra versión de la cartera de valores de acciones en bolsa cuando vamos al banco y metemos el dinero en productos de renta fija y variable en base a empresas del IBEX 35. Que a algunos de los veterinarios lectores les sonará por el escándalo por ejemplo, de Bankinter. Que decía que sus inversiones eran muy seguras y sin riesgo, y lo eran, hasta que la cosa cambió y perdieron muchísimo dinero sino todo.
Entonces ¿cuál es el problema? Que para lograr la rentabilidad esperada, los fondos tienen que comprar barato, reajustar los costes, apretar en todos los segmentos del proceso (comprar mejor, vender más caro, tener menos costes de estructura, rentabilizar al máximo el trabajo de los empleados, etc.) y en el camino destruyen a los pequeños negocios de subsistencia.
Imaginemos por ejemplo el 100 montaditos o la sureña o el TGB, que pertenecen al mismo grupo empresarial. ¿Cuántos bares habrán cerrado en el camino? Pero a todos nos gusta tomarnos una caña por un euro con un montadito por otro euro adicional. Es decir, como consumidores, muchos de nosotros acabamos buscando estos servicios porque son buenos, bonitos y baratos. Y no pensamos en el pobre dueño de bar al que no le estamos yendo a consumir la caña por 1,50 o 2 euros.
¿por qué entonces habría de acordarse de nosotros el dueño de mascota que prefiere ir a un hospital más grande, más bonito y en relación calidad precio más barato que el nuestro?. El problema de los procesos de concentración es que alguien tiene que perder, y normalmente pierden los negocios menos adaptados al mercado o con estructuras más difíciles de soportar o más endeudados o sin nada que les haga diferentes. Y a menudo lo grave es que estas características confluyen en muchos casos en los negocios de subsistencia de nuestro sector.
Lo grave no son los fondos, los fondos son la tormenta o el terremoto que nos ha sorprendido, pero también nos sorprendió la subida del IVA que muchos compañeros no han podido repercutir subiendo precios, también nos ha sorprendido la cantidad de formación disponible que hace que muchos compañeros de profesión se estén quedando clínicamente obsoletos en comparación con los que se están formando, también nos está sorprendiendo las asociaciones sindicales y el posible convenio laboral al que muchos veterinarios temen porque no creen que puedan adaptarse, etc. En resumen lo que nos ha pasado es que hemos tenido una falta de profesionalización y una connivencia y permisividad sistemática que al final nos va a pasar factura como sector porque los dueños de clínicas, los jefes, no han sabido en su mayoría, gestionar su negocio y su capital humano hacia los nuevos tiempos. Por tanto señores, el problema no son los fondos, y menos los fondos pequeñitos que están apareciendo en veterinaria.
El problema será cuando un fondo enorme, de los llamados fondos buitres, con cientos de millones de euros, llegue a España, acuerde precios con aseguradoras, y nosotros como parte más débil de la cadena, tengamos que trabajar una cantidad de horas ingente a una velocidad y con una casuística enorme, y perdiendo nuestro margen a precios fijados, como ocurre ahora en medicina humana. Ahí sí que habrá un problema para muchas clínicas pequeñas o de barrio que para entonces o habrán desaparecido o serán semi-esclavas de las condiciones que les impongan. ¿Solución?: A los empleados, que se formen clínicamente y destaquen para que cuando eso llegue, puedan negociar un salario digno con condiciones reales amparadas en un convenio totalmente necesario para entonces. ¿Y los jefes de clínica? Que reflexionen y mucho, y ahora que nos han metido en este lío, que piensen en cómo profesionalizar de forma alternativa el sector o que sigan sin hacer nada y entonces repetirán aquello de “es que me tiran los precios”, “es que el cliente sólo busca precio no calidad” y otra serie de frases manidas que lo que reflejan es que el jefe veterinario medio no sabe entender a su cliente ni sabe leer la situación actual de mercado. Cosa, altamente peligrosa para los tiempos que se avecinan.